El artista de cine y vídeo Jem Cohen traza un hipnótico viaje a través de centros comerciales y otros lugares que invitan al consumo y fomentan la alienación. Chain supuso su primer largometraje de ficción con ciertas dosis de documental. La narrativa de Cohen prioriza la meditación frente al dinamismo. Estas cualidades entroncan con la finlandesa Nobody meets your eyes, donde su director Jesse Jalonen brinda una reflexión sobre personas que viven invisibles a ojos de la sociedad, salvo que se las grabe con una cámara o micrófono.
Esa idea sobre la ausencia y la presencia queda retratada en Chain mediante dos narraciones aparentemente independientes, pero que Cohen vincula de la mano de dos mujeres atrapadas en ese “súper-paisaje” globalizado por cadenas de hoteles, franquicias de restaurantes y aeropuertos. Por un lado, Mira Billotte da vida a Amanda, una nómada norteamericana que sobrevive con trabajos precarios. Y por otro lado la actriz Miho Nikaido (les sonará a los fans acérrimos de Hal Hartley), encarna a Tomiko, una japonesa que analiza parques de atracciones en Estados Unidos. Ambas se mueven por los mismos espacios impersonales y orientados al consumidor, aunque se los apropian con percepciones tan diferentes como sus respectivos orígenes y clases sociales.
Jem Cohen muestra cómo nuestra visión de la sociedad está influida por nuestro lugar dentro de ella. El tono poético del filme es aún más que plausible cuando Cohen lo dedica a los cineastas Humphrey Jennings y Chris Marker, el eco de cuyas obras resuenan entre la bruma de estos paisajes urbanos. MARCOS CASAD