El universo de Bertrand Mandico bebe expresamente de las poéticas surrealistas, exuberantes y desbordadas de Walerian Borowczyk, así como de las de otros heterodoxos como Nikos Nikolaidis, Ken Russell o el último Fassbinder, pero también de la gloriosa veta exploitation representada por el giallo o el cine erótico y de terror europeo de los años setenta. En este su primer largometraje, Mandico añade nuevos ingredientes a la fórmula: los relatos de aventuras infantiles, de Dos años de vacaciones de Verne, pasando por Capitanes intrépidos de Kipling, hasta El señor de las moscas de Golding, que aquí acabarán convenientemente pervertidos. The Wild Boys renueva un cine del frenesí, el impacto y la inventiva, en el que la distorsión de mitos y la transgresión de género(s) alcanzan el clímax. Mandico nos obsequia con un festín de humor, fantasía y provocación donde las líneas de sombra quedan definitivamente diluidas. GABRIEL DOMÉNECH