Les Mollies es una comunidad Queer-feminista que habita un campamento de caravanas ubicado en un jardín dentro de una zona industrial en los límites del barrio de Ostkreuz, en Berlín. Es verano y la comunidad va a ser desalojada por lo que asistimos al final de un proyecto de vida y convivencia. El cineasta de origen bosnio Dane Komljen nos sumerge en este ecosistema en transición, un bosque encantado, vulnerable y sensible que actúa como refugio y espejo de las personas que lo ocupan. Las comidas, siestas y reuniones desvelan las trayectorias vitales de les Mollies que, como el espacio que habitan, son personalidades fluidas y en transición tanto interna como físicamente. El sopor de las tardes de verano y la delicada naturaleza que se abre paso en las zonas comunes, sumerge al espacio y a los personajes en una categoría nueva de fantasía. El fin se acerca y les Mollies recapitulan, de dónde vienen y adónde irán, con una melancolía natural muy propia de quien conoce bien los estados de metamorfosis, de quien sabe y acepta que las ciudades, como las personas, fluyen y mutan. Apenas se atisba el fantasma de la gentrificación, aunque está ahí y es quizás en ese momento, al mirar las grúas que deben estar construyendo algo nuevo sobre lo que previamente han destruido, cuando la película se acuerda del vestido de una madre que alguien se ponía en un verano larguísimo, tan perezoso como éste, alcanzando sus cotas más altas de nostalgia y hablándonos finalmente de algunos amores perdidos a los que siempre esperaremos. NURIA CUBAS