Desconocido en Europa, autor de una fil- mografía abismal y radiante desde los años 60, Geraldo Sarno es uno de los verdaderos genios ocultos de la cinematografía brasileña, creador de obras maestras como Coronel Delmiro Gouveia (1978), y que a sus 82 años alcanza con Sertânia otra inconmensurable cima. La película comienza con la llegada de los bandidos a una recóndita localidad del noroeste de Brasil. El protagonista, Antão, es herido, detenido y abandonado a su suerte. Durante su agonía recuerda los hechos que le han llevado hasta allí. Memorias alucinógenas de la barbarie humana presentadas con el desorden y la confusión de una mente en puro estado de delirio y alucinación. Una epopeya emocional que recoge el alma herida de todo un pueblo, representada mediante un ardiente blanco y negro marcado por explosiones de luz, ilustrando la corrosión de una sociedad en la que los privilegios conviven de forma terrible junto al hambre de una gran parte de la población.
Al ver Sertânia es inevitable pensar en la energía Glauber Rocha, y posiblemente estemos ante la última obra del Cinema Novo, que a su vez abre senderos insólitos en el cine de Brasil. Un film visionario de un artista capital.
JAVIER H. ESTRADA