Lo raro y lo espeluznante se encuentran en Psychology Counselor. Cuando al consultorio de Mami acude una mujer que dice ver un fantasma, lo que suele ser un espacio cotidiano lentamente empieza a convertirse en el albergue de lo ominoso. “Puedo distinguir la realidad de la fantasía”, dice en algún momento la paciente. Y es precisamente en la difusa frontera entre uno y otro mundo donde se ubica el film de Zenzo Sakai: una historia de misterio que dialoga con convenciones propias del cine de género, especialmente de la tradición de este en el contexto nipón. El relato de esta mujer, fragmentado y ambiguo, se traduce en imágenes de la misma naturaleza que, logradas mediante el empleo de elipsis y saltos temporales, contrastan con los movimientos sutiles de cámara e irrumpen constantemente como pensamientos intrusivos. Imágenes que crean una confusión entre lo narrado y lo visto, obnubilando la capacidad de discernimiento, tanto de los personajes como del espectador, sobre lo que es o no real. La oralidad, de ese modo, desafía nuestra mirada al dejarnos con tan sólo unas cuantas pistas para intentar resolver un enigma que nunca pretende ser descifrado. Porque lo que busca Psychology Counselor no es dar respuestas a las preguntas que plantea sino generar sensaciones que nos acompañen a lo largo del film y que perduren incluso después de que este acabe. Y es que allí, quizás, se encuentre la huella del verdadero horror. En lo incompleto, en lo inasible, en lo que entra por los ojos para jamás volver a salir. DANIELA URZOLA