La verja queda abierta y Ernania echa a correr. Comienza en ese gesto de desesperación, y aún así completamente mudo, una aventura que escapa de las sombras carcelarias que tiñen las paredes del manicomio. El viaje seguirá envuelto en un blanco y negro que nos empuja hacia la fascinación mientras vagamos por calles y descampados de un Mozambique en el que aún perviven ecos coloniales. Las imágenes y puesta en escena de João Viana parecen habitar en ese limbo donde la certeza queda anulada y los espejismos se adueñan del mundo real. En Our Madness el sonido sabe desconfiar de las palabras y es capaz de volcarse en la música, el repiqueteo, el murmullo o el silencio para mostrar esa dimensión solo accesible a través de la locura, un delirio profundo y sin estridencias, como la hermosa fotografía de Sabine Lancelin.
Ya en su anterior largometraje, The Battle Of Tabatô (2013), Viana consiguió desmontar esa versión simplista por la que el cine occidental parece ver solo un lado de la historia africana. En Our Madness, a esa virtud se le une una historia mágica en su austeridad y que nunca se aleja de la emoción. CHRISTINE MCPHERSON