En este evocador título cinematográfico que llega desde Finlandia como un soplo de aire fresco, Jesse Jalonen plantea una docuficción en torno al sentido de la existencia y de la soledad. Curiosamente, grabada (en su mayor parte) con un teléfono cuyo eslogan de marca viene a decir que “conectan personas”.
En poco más de una hora de metraje, nos adentramos en un universo cercano, pero con tintes de ciencia ficción. Y es que algunos de sus personajes sufren una enfermedad denominada LLPS (Louis Le Prince Syndrome), que hace que las personas que la padece no puedan ser vistas o escuchadas, a no ser que se las grabe con un dispositivo audiovisual como una cámara o un micrófono.
Por lo particular del planteamiento y la importancia que tienen la captación de imágenes en vídeo, puede parecer que vamos a profanar los terrenos de los canadienses David Cronenberg o Atom Egoyan. Pero Jalonen se desvía de éstos para adentrarse por su cuenta y riesgo en otros terrenos. El finlandés reflexiona sobre el concepto de la vida a través de la imagen, en la sociedad actual donde priman las fotos y vídeos que pueblan las redes sociales. Parece que si no vemos algo o alguien en una pantalla, no existe, mientras que criaturas imaginarias como los Pokemon, parecen reales cuando la gente los persigue en la calle con sus teléfonos.
Estamos ante una fantasía con los pies en la tierra sobre gente que quiere ser vista, sobre la soledad que nos une y sobre la percepción que tenemos sobre el resto. Parafraseando al grupo Golpes bajos: “no mires a los ojos de la gente, me dan miedo, siempre mienten”. MARCOS CASADO