Carlos Baixauli, director, guionista, vídeo-ensayista y creador de performances, forma parte de la verdadera cantera de talentos que atesora el cine español. Una cantera que no es publicitada por los medios, que no asiste ni es invitada a grandes entregas de premios, y que tampoco suele ser objeto de focos temáticos en festivales o de atención crítica en revistas especializadas. Se trata de una generación de jóvenes cineastas que están desarrollando su carrera en buena medida al margen de la industria, y cuyas creaciones responden a intereses muy alejados de la comercialidad o de los manidos esquemas del cine de autor mainstream. En este desafiante y misterioso cortometraje, Baixauli construye un universo a base no de personajes, sino, en sus propias palabras, de objetos, lugares y elementos que se convierten en portavoces de una trama que se nos aparece apenas abocetada. Los fantasmas metafóricos y literales de una ruptura sentimental se manifiestan en esta película a través de elementos esquivos como la música techno, la tinta o el fuego. Motivada solo en un primer momento como un ejercicio audiovisual para un grado universitario, Lúa, techno y lo que queda de él, rodada en glorioso formato analógico, constituye una muestra de la inventiva de un cineasta dispuesto a incendiar convencionalismos y a explorar, esta vez desde la ficción, nuevos territorios en los que rigor creativo e imaginación desbordada confluyen. GABRIEL DOMÉNECH