La cinematografía brasileña es una caja de sorpresas sin fondo, capaz de ofrecer a la curiosidad del cinéfilo o del analista películas magistrales y cineastas fuera de norma en diferentes épocas y ámbitos. Probablemente una de sus figuras más inesperadas sea Luiz Fernando Carvalho, esporádico realizador de películas para la gran pantalla pero asiduo director de televisión, en particular de telenovelas para la poderosa TV Globo, como Renascer (1993), O Rei do Gado (1996) o el telefilme Uma Mulher Vestida de Sol (1994). Carvalho no sólo consiguió grandes cifras de audiencia con algunos de sus proyectos, sino que propulsó el lenguaje televisivo a nuevas cotas de creatividad, merced también a su querencia por adaptar a exigentes nombres, clásicos o contemporáneos, de la literatura en portugués, como Eça de Queirós, Machado de Assis o Raduan Nassar. Precisamente la novela de 1975 de este último, uno de los autores más innovadores de la prosa brasileña del siglo XX, fue la elegida por Carvalho en su tardío debut en el largometraje para cine. Nassar propuso una lectura a contracorriente del mito del hijo pródigo que conoce una traslación sensual y desbordante en el filme de Carvalho. Ambientada en una hacienda rural, y combinando visión épica con un salvaje retrato íntimo que explora represión patriarcal, conflicto generacional y deseos incestuosos, Lavoura Arcaica es un filme torrencial, repleto de ruido, furia y lirismo, que apabulla y sorprende como las grandes películas de Bressane, Rocha, Ruy Guerra o Geraldo Sarno. GABRIEL DOMÉNECH