En medio de la completa oscuridad un foco de luz revela una figura que desentierra algo con sus manos. Entre fragmentos de paisaje una voz en off irrumpe para indicar que no estamos ante la aparente calma que las imágenes transmiten. “Recuerdo solo ver momentos del suelo y mi pelo” es lo primero que dice esta voz, a través de la cual Sofia Peypoch introduce el lugar donde fue víctima de secuestro. la tierra los altares plantea una indagación, tanto física como psicológica, del pasado, partiendo de la esfera más íntima para poner en diálogo la historia de violencia que ha marcado a todo un país. El gesto de volver al lugar de un trauma tan personal revela una aproximación a la violencia desde lo sutil, que se aleja de los lugares comunes del cine de denuncia social y vira la mirada hacia algo mucho menos explícito. El lenguaje experimental es precisamente la clave para desentrañar la propuesta de Peypoch: imágenes que transitan lo onírico para brindar un retrato de la tierra como testigo de la violencia y del cuerpo como contenedor del saber ancestral. La tierra y el cuerpo. El cuerpo y la memoria. Y la noche, que todo lo esconde y desvela a la vez. la tierra los altares es una propuesta tan arriesgada y radical como sensible, donde la plasticidad dialoga con la mística, y la ciencia (la arqueología) se convierte en la puerta para conocer la(s) historia(s) individual(es) y colectiva(s). DANIELA URZOLA