Esta insólita pieza, producida por A Cuarta Parede Films, nos sumerge desde sus primeros compases en una atmósfera onírica atravesada por el misterio. Las texturas sonoras, a medio camino entre el mini- malismo y el ambient, son la introducción al universo de la Jovencita, dominado por la introspección y el deseo de desgarrar los límites de su existencia. Una moto atraviesa el desierto en mitad de la noche como metáfora del viaje interior, mientras la mirada de nuestra protagonista escudriña el horizonte. ¿Qué desea encontrar?¿Cuál es el objeto de su búsqueda? La soledad se acentúa en la inmensidad del paisaje, siempre retratada en una huida monótona pero irrevocable. Las voces se deforman y, como los tonos rojos y verdes, las panorámicas o los planos detalle, evidencian que la travesía de la Jovencita no consiste solo en un intento por escapar de sí misma, sino que también delinea con precisión y exuberancia visual el matiz que diferencia dos procesos vitales: envejecer no es descomponerse. RAMÓN DEL BUEY