«A raíz de la guerra de independencia argelina (1954-1962), repatriados e inmigrantes acabaron estableciéndose en Marsella, concretamente en el incipiente barrio de La Rouguière, una zona en aquel entonces apenas edificada. Sobre su experiencia y sus recuerdos –sobre sus pérdidas también– habla Constellation.
Dania Reymond-Boughenou, argelina de nacimiento que llegó a Francia con 12 años, se enfrenta en este mediometraje a una cuestión capital para todo cine que trate de ser un eslabón que una el pasado con el presente: ¿cómo poner en escena las huellas emocionales? La película comienza con unos planos aéreos de un dron que sobrevuela el distrito. Las imágenes, cadenciosas, nos invitan a adoptar un punto de vista omnisciente, perteneciente casi al más allá. Quizá el del fantasma o el del ausente. Escuchamos unas voces en off pero no vemos sus rostros. Son vecinos de distintas generaciones que comparten su experiencia, personas anónimas entrevistadas por la directora que participaron en una terapia de constelaciones familiares durante el proceso de la película. Gente que llegó, gente se fue, gente que vuelve. Diríamos que estos recuerdos dibujan una rejilla documental que será completada después por actores profesionales. Es decir, esa primera vista de pájaro, sobrenatural, termina bajando a tierra para “reencarnarse” en una serie de personajes. Conviven los vivos y los muertos; la memoria y la ficción. ANDREA MORÁN»Dania Reymond-Boughenou, argelina de nacimiento que llegó a Francia con 12 años, se enfrenta en este mediometraje a una cuestión capital para todo cine que trate de ser un eslabón que una el pasado con el presente: ¿cómo poner en escena las huellas emocionales? La película comienza con unos planos aéreos de un dron que sobrevuela el distrito. Las imágenes, cadenciosas, nos invitan a adoptar un punto de vista omnisciente, perteneciente casi al más allá. Quizá el del fantasma o el del ausente. Escuchamos unas voces en off pero no vemos sus rostros. Son vecinos de distintas generaciones que comparten su experiencia, personas anónimas entrevistadas por la directora que participaron en una terapia de constelaciones familiares durante el proceso de la película. Gente que llegó, gente se fue, gente que vuelve. Diríamos que estos recuerdos dibujan una rejilla documental que será completada después por actores profesionales. Es decir, esa primera vista de pájaro, sobrenatural, termina bajando a tierra para “reencarnarse” en una serie de personajes. Conviven los vivos y los muertos; la memoria y la ficción. ANDREA MORÁN