¿De qué hablan unos amigos que forman parte de un grupo de lectura, que asisten a conferencias literarias y que se mueven en ambientes académicos? Obviamente, de libros, también de otras disciplinas, pues los protagonistas del segundo largometraje de Ted Fendt pueden disertar en torno a la arquitectura de Frank Lloyd Wright del mismo modo que discuten sobre la primera traducción americana de la Divina Comedia de Dante, una extraña edición de mediados del XIX cuya sola mención parece teletransportarnos a otra época, una época fuera de todo marco temporal definido, un mundo que es la Filadelfia de hoy en día, pero también un anacronismo que ha conseguido sobrevivir a los avatares de la vida moderna refugiándose para ello en los placeres de las artes: un periodo clásico, sí, en el sentido de que alcanza el equilibrio perfecto entre las citas literarias y la forma cinematográfica que las sustenta (los encuadres y los apagados colores, tan deudores de Straub). Una sucinta lección de historia. JAIME PENA