La carrera de Eric Baudelaire está fuertemente vinculada a la trayectoria fílmica y vital de Masao Adachi, director japonés de azarosa existencia al que se ha acercado tanto desde un punto de vista biográfico como estético. En su última película, el autor de Letters to Max (2014) se apropia de la teoría del paisaje ‘adachiana’ para filmar un thriller vacío de personajes. La cámara viaja desde Francia a Siria y de vuelta al país galo, persiguiendo los lugares por los que pasó un joven hasta alistarse en el ISIS, mientras diferentes documentos judiciales tratan de contextualizar esa decisión y sus consecuencias. El trabajo sustractivo de Baudelaire no resta ni un ápice de tensión a una película cuyo crescendo dra- mático termina siendo asfixiante y que a través de la dicotomía ausencia/presencia se pregunta cómo es posible que lo abominable germine en un entorno despojado de cualquier connotación. Como en su día A.K.A. Serial Killer (Masao Adachi, 1969), A.K.A. Jihadi revoluciona el cine de género a partir de una nueva aproximación formal y, por extensión, política.
ENRIC ALBERO