La carrera de caballos de tiro de Obihiro es captada en todo su frenesí, pero no el de la pista, sino el de las bambalinas y el mucho más intangible universo de las palabras, las manejadas por los enfervorecidos locutores que narran un evento que, aun en fuera de campo, conserva intacta su potencia. GABRIEL DOMÉNECH