Una urgencia emocional hace que la cineasta Rina Tsou invoque a su padre muerto para charlar una vez más con él. El progenitor regresa manifestado a través de un tigre y el pasado hace lo propio en forma de viejas películas de los años cincuenta que nos sitúan en el imaginario taiwanés de la época. Una aproximación muy personal al archivo fílmico, un exorcismo hecho de celuloide lleno de imágenes fascinantes y silencios emotivos. FERNANDO VÍLCHEZ