En las imágenes vive la memoria. En las que sostienen nuestros recuerdos, pero también en las que creamos y que insuflan a aquellos de una nueva vida. O Canto das Amapolas, el trabajo más reciente de la colombo-brasileña Paula Gaitán, es una oda a las raíces: a su madre, Dina Moscovici, a su pasado y a su historia. La directora pone a dialogar imágenes en movimiento (filmadas por ella misma) con otras fijas (fotografías y material de archivo), transitando libremente entre un lugar y otro, para intentar hacer un retrato desde fragmentos que se dedica a reordenar una y otra vez. A través de secuencias de montaje en blanco y negro, que contrastan con momentos oníricos de explosión de color, Gaitán se dedica a filmar la presencia como un fantasma: en los objetos, en el entorno, en las voces -sin mostrar nunca el rostro detrás de estas-. La reflexión sobre el lenguaje toma forma en las narraciones, que oscilan entre citas literarias, relatos del pasado y conversaciones cotidianas con su madre, y en las que la directora halla el poder de la repetición como medio para hacer de lo finito algo infinito: los recuerdos en bucle y la memoria en constante reconfiguración. Como la repetida imagen de una ventana abierta y frente a ella una mujer sentada que antes no estaba allí. “Creo que he contado esta historia muchas veces”, dice Dina. Y es esta la hazaña que Gaitán decide emprender: contar una historia tantas veces como pueda, de tantas formas como pueda, y hacer de ella una historia nueva con cada narración. DANIELA URZOLA