Para acercarse a una obra tan excepcional como Dream of a City es preciso saber que su director, Manfred Kirchheimer, ha dedicado la última parte de su carrera a recuperar y dar nueva vida a las imágenes que a lo largo de los años ha filmado de su urbe de adopción, Nueva York. Y es precisamente del tiempo y de la ciudad –así como de luz y claroscuros e incluso de la pervivencia del mismo cine– de lo que trata esta sinfonía urbana que podría parecer anacrónica, pero que es sencillamente intemporal. GABRIEL DOMENECH