En un ambiente de la universidad, cerca de las aulas, unos estudiantes se encuentran para charlar, discutir, sonreír. Parece una típica postal estudiantil si no habláramos de estudiantes negros en Charlottesville, la ciudad donde renació (¿alguna vez se fue?) la violencia de supremacistas blancos el 2017. Y ese lugar de la Universidad de Virginia no es uno cualquiera. Se trata del área conocida en los años 80 y 90 como ‘Black Bus Stop’, célebre espacio donde uno podía encontrarse a cualquier hora con la presencia de la comunidad negra, históricamente excluida del universo académico. Chicas y chicos asistían de manera continua y orgánica para estudiar, oír música, flirtear, rapear. Punto de encuentro de generaciones anteriores cuyas voces, símbolos y bailes resuenan en esta admirable película de Claudrena N. Harold y Kevin Jerome Everson. Un tributo a la colectividad de ayer y hoy. Un recordatorio de que nuestros vínculos con los espacios son también los vínculos hacia nuestra historia. FERNANDO VÍLCHEZ